- Jacob tenía razón. Había tenido razón todo el tiempo. Era más que un amigo para mi. Ese era el motivo por el que me resultaba tan difícil decirle adiós, porque estaba enamorada de él.
Él es como una droga para ti. Ahora veo que no eres capaz de vivir sin él. Es demasiado tarde, pero yo hubiera sido más saludable para ti, nada de drogas... sino el aire, el sol.
Soy capaz de manejar las sombras, pero no de luchar contra un eclipse. (Jacob)
Era una forma muy dura de vivir: Prohibiendome recordar y aterrorizada por el olvido.
Había roto mis propias reglas. Me había acercado a los recuerdos, había ido a su encuentro, en vez de rehuirlos. Me sentía demasiado viva, y eso me asustaba. Pero la emoción más fuerte que en estos momentos recorría mi cuerpo era el alivio, un alivio que surgía de lo más profundo de mi ser. A pesar de lo mucho que pugnaba por no pensar en él, sin embargo, tampoco intentaba olvidarle. De noche, a última hora, cuando el agotamiento por la falta de sueño derribaba mis defensas, me preocupaba el hecho de que todo pareciera estar desvaneciéndose, que mi mente fuera al final un colador incapaz de recordar el tono exacto del color de sus ojos, la sensación de su piel fría o la textura de su voz. No podía pensar en todo esto, pero debía recordarlo.
No tengas miedo, -le susurré. Somos como una sola persona.
De pronto me abrumó la realidad de mis palabras. Ese momento era tan perfecto, tan auténtico... No dejaba lugar a dudas.Me rodeó con los brazos, me estrechó contra él y hasta la última de mis terminaciones nerviosas cobró vida propia.
"Para siempre", concluyó.
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